El sembrador es Jesucristo, él que anunció la Palabra y envía a sus díscipulos. Jesucristo hoy presente en la Iglesia sigue sembrando.
La Semilla es la Palabra, y el terreno es la gente. La calidad del terreno es siempre muy variada. Hay que tener un terreno bien dispuesto, para que al recibir la semilla se renueve el interior, y se tome conciencia de las exigencias de la Palabra, de manera que cuando crezca transforme realidades externas.
En el Evangelio del Sembrador se define cuatro posibles disposiciones de las personas frente a la Palabra de Dios.
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